¿POR QUÉ LOS NIÑOS NO OBEDECEN?

¿Por qué los niños desobedecen?

Salida del cole. Acaba de llover. Marta, de 4 años y su madre salen del cole con otros amigos/as que las acompañan.

–  ¡Marta, cuidado, no te metas en ese charco!

Marta mira a su madre. Parece detenerse. Mira el charco, mira a su madre de nuevo y se mete en el charco saltando con una cara de felicidad mientras mete los pies dentro.

– ¡Pero, Marta! ¡Te acabo de decir que no te metieras!

Uno de los padres que las acompañan al parque le comenta a la madre de Marta:

– La mía hace lo mismo. ¡No lo entiendo! Debe ser que están sordas. La mía no me hace ni caso.

«No me hace ni caso»

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Debemos recordar que en la etapa de 2 a los 6 años los niños/as están situados en su deseo. Esto evolutivamente es necesario para que posteriormente sepamos contactar con lo que nos gusta (escoger entre helado de fresa o de chocolate) y nos motiva (me motiva estudiar idiomas por que disfruto con las sensaciones que esto me aporta).

Dicho esto debemos tener en cuenta que las normas sociales, así como lo que aún no siendo una norma social establecida, nuestra familia considera que es un comportamiento deseable será algo que inculcamos socialmente y que no está programado evolutivamente.

Cada familia considera que comportamientos son deseables y cuales no. No es algo universal ni tampoco general dentro de la misma cultura. Por ejemplo, para una familia el lugar donde se come puede ser únicamente la mesa del comedor. Otra en cambio, puede creer que se puede comer en la mesa, el sofá e incluso algunas que dejen comer en la cama. Por lo tanto, las normas las vamos aprendiendo con el contacto con los otros. Con nuestros padres, con los abuelos, en el colegio, etc.

Saber qué se puede hacer o no es un aprendizaje

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Esto es algo muy importante a recordar. Ya que las normas que reinan en cada casa y en cada sociedad son particulares, tardaremos un tiempo en aprenderlas e integrarlas. Tener en cuenta que muchos adultos de 40 añazos aún no han aprendido muchas de las normas sociales básicas para vivir en sociedad.

Es decir, el hecho de que nuestros/as hijos/as parezcan ya mini adultos no quiere decir que lo sean. Por mucho que nos oigan y parezca que entiendan lo que les decimos, evolutivamente están en una etapa donde su deseo es muy importante.

Además, muy a menudo las normas no están tan claras para ellos/as como nos parece. A veces nos miran y su deseo tira más, otras nos miran buscando una reacción, otras necesitan aclaraciones sobre que regla aplica en ese momento.

Por ejemplo, cuando Marta va a saltar mira a su madre buscando aprobación. Su madre no se la da, pero Marta mira el charco y la vuelve a mirar. En este tipo de comportamientos es necesario que tengamos claro que no son un desafío a nuestra autoridad si no una búsqueda de saber en qué condiciones o no se puede hacer eso que quieren. Para este tipo de situaciones debemos saber que desde la lejanía y desde lo verbal únicamente no podremos para ese deseo.

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¿Queremos realmente que nuestros hijos/as sean obedientes al 100%?

En el día a día sería muy fácil para padres y madres que nuestros/as hijos/as nos hicieran caso siempre a la primera, pero ¿es eso lo que queremos? ¿Queremos hijos/as obediente que no se cuestionen nada?

Seguramente vuestra respuesta es: «no, quiero que piense por él o ella mismo/a». Pues entonces es importante que nosotros, padres y madres, trabajemos nuestra paciencia y nuestras normas estén razonadas y no sean un solo acto de obediencia. 

Nuestros hijos/as no son desobedientes, si no que necesitan un tiempo para saber que hacer en cada situación. Aprender las normas de casa y también las sociales implica un tiempo. No pasan a formar parte de ellos por el simple hecho que se las digamos. Es en el día a dí­a, en las mil veces que las repetiremos algo, que podrán integrar por qué se puede o no se puede hacer una determinada cosa.

La infancia el tiempo de la experimentación

por-que-niños-no-obedecen4-300x200.jpgPara conseguirlo, es importante que los padres y madres les demos el tiempo necesario para que puedan aprender. Hoy en día todo debe ser rápido y la infancia no lleva nuestro timing.

La infancia es el tiempo de probar, de caerse, de ver las consecuencias desde la experimentación. Esto no se corresponde con adultos estresados. Adultos con trabajos donde se debe rendir y ser lo más de lo más (el más productivo, el más responsable, el más asertivo). Adultos que están pendientes de su vida en las redes sociales como una jornada más. Adultos que miran el teléfono 10 veces en una hora. Es decir, cada vez más nuestras vidas nos llevan a correr y a exigirnos más. Pero la infancia no es la etapa de la prisa, es la etapa de la calma para poder descubrir y experimentar y desde ahí entender como funciona el mundo.

Partiendo de este punto, será necesario que padres y madres también revisemos nuestras expectativas. Si queremos educar a ciudadanos libres y responsables con los demás y con sus propias vidas, a lo mejor debemos replantearnos como gestionamos nuestro tiempo y también nuestras emociones con los peques de la casa.

María Martín Santacreu

Psicóloga / Terapeuta familiar y de Pareja.

Col. 15745